jueves, 4 de diciembre de 2014

EL MIRLO DE LAS PLUMAS ROJAS

Érase una vez una hermosa mirlo de plumas blancas que vivía en la copa de un gran árbol con sus cuatro pajaritos. Uno tenía las plumas verdes como las hojas de los árboles y la hierba, otro con las plumas negras como las piedras que había a orillas del río, otro color barro que había en el camino dirección a un pueblo cercano y, el último, el más hermoso de todos, rojo como las rosas y escarlata como la sangre y el que mejor cantaba de los tres..

Su madre por las noches siempre les contaba un cuento antes de dormir:

-A las afueras del bosque, donde se pueden ver unas luces de distintas formas, viven unas criaturas muy peligrosas que devoran a los animales que viven aquí o que ellos mismos crían, pero sobre todo, prefieren comer hermosos pájaros de vistosos colores. Así que, hijos míos, nunca salgáis del bosque, escondeos si oís algún extraño ruido y, sobre todo, nunca os bajéis de las ramas de los árboles.

El mirlo de plumas verdes, que era el más valiente, dijo:

-Yo no le tengo miedo a ese monstruo, mis plumas son tan verdes que podría hacerme pasar por una hoja de un árbol y nunca me encontraría

El mirlo de plumas negras, que era el más alocado, dijo:

-Eso no es nada, mis plumas son tan negras y brillantes, que podría hacerme pasar por una piedra del río. Yo sería el más valiente, porque estaría más cerca del suelo.

El mirlo de las plumas pardas, que era el más callado, dijo:

-¡Estás loco! Yo me escondería en las ramas de los árboles. Mis plumas son tan castañas que fácilmente podría hacerme pasar por una rama.

El mirlo de las plumas rojas, que era el más asustadizo e inseguro, dijo:

-Pues a mí me podría cazar sin problema. Mis plumas son tan llamativas que no podría esconderme en ninguna parte. Son tan rojas que no hay nada en el bosque con lo que me podría camuflar.

El mirlo de las plumas pardas le dijo:

-Claro que podrías camuflarte, podrías hacerte pasar por una flor en una rama. No te separes en ningún momento de mí.

Los cuatro mirlos salieron una mañana dirección al pueblo donde vivían esas extrañas criaturas. Cuando de pronto oyeron un ruido de unos pasos. El mirlo de plumas verdes subió a un árbol y se quedó quieto sin hacer ruido como una hoja. El mirlo de plumas negras, del susto, cayó al suelo y se escondió detrás de una roca cerca del río. El mirlo de plumas pardas, fue el más cobarde, salió del lugar corriendo dirección al interior del bosque dejando solo al pobre mirlo de plumas rojas. Sin saber que hacer, fue dirección hacia su hermano de plumas verdes.

-¿Qué haces? Si te ve conmigo nos matará. Una hoja y una flor no combinan. ¡Vete!

Asustado fue hacia su hermano de plumas negras en el río.

-¡Lárgate de aquí! Si te ve en el suelo te matará. Sube a las ramas y hazte pasar por una flor.

Desesperado, salió dirección a las ramas e intentó quedarse quieto pero no podía. El cazador, oyó unos silbidos en las ramas y vió al mirlo. Al principio, pensó que era una hermosa flor de pétalos rojos perio vio que se movía un poco y atinó ver sus alas. Señaló con su escopeta y disparó y el mirlo de plumas rojas cayó muerto al suelo.

Los tres mirlos aprendieron la lección. Nunca debieron desobedecer a su madre, provocando la muerte del mirlo más hermoso del bosque.

Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO.

Este cuento (escrito por mí) he querido reflejar distintos valores. Está primero el valor de la obediencia (obediencia a los mayores), luego está el de la locura en desafiar peligros (la idea de los mirlos en ir en busca del cazador), y uno de los valores más importantes que he querido poner era el de la lealtad y la traición (por parte del mirlo pardo al mirlo rojo). En muchas ocasiones ocurre eso entre los amigos que se traicionan entre ellos y juran lealtad, apuñalándose por la espalda.


Texto: Ana T. Caro

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